o porque, tal vez, los dioses
así lo decidieron.
Llegaste para cubrir mi soledad
con tu ternura,
abriéndome el sendero de la gloria.
Llegaste…
y fui rocío y beso,
y flor y aurora.
¡No hagamos más preguntas,
cuyas razones ni aún sabe el corazón!
© Carmen Aguirre 12- 9- 2007
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