(Prosa poética)
Cuando me quedo a solas en medio de la noche, en este instante en el que tu
presencia no es tangible y me arropan las sombras, me dispongo a escribirte, a
desnudar mi alma aunque me duela.
Déjame que te cuente:
Siempre fui demasiado retraída y soñadora. Me
imaginaba que era la estrella de la película, así podía representar el papel
que mejor se adaptase a mi estado de ánimo. A veces, me veía como Madame
Bobary; otras, era Cleopatra… e incluso fui la Cenicienta, a la espera del
Príncipe Azul.
Cayó el telón. Se encendieron las luces. Volví a la
realidad… a una realidad que no me gustaba. Guardé las amarguras en la
trastienda y me fabriqué una coraza que no dejara traspasar los sentimientos,
que ahogara la ternura y no diera cabida a ninguna ilusión. Pero llegaste tú,
en ese otoño de hace apenas un tiempo. Tú me aguardabas en cada recodo de la
vida; y yo volvía, gradualmente, a encontrarle sentido a mi existencia.
No podrás saber nunca, por mucho que te cuente, lo
que fue conocerte cuando todo se hundía. El resto ya lo sabes…. Estás conmigo,
sobre todo a estas horas. Mi corazón recostado en el tuyo, pues allí está mi
lecho. No importan las distancias. ¡Sólo sé que te quiero!
©Carmen Aguirre
Aquí me tienes, me he hecho seguidor de tu blog, yo también he abierto uno hace unos días al que por supuesto te invito.Ya me has puesto al corriente de tus intumidades, besos
ResponderEliminarMuchas gracias, José María. A ver si me envías tu enlace, ¿Vale??
EliminarUn fuerte abrazo.
Es la noche nuestro norte, cuando los demás duerme las musas salen a visitar a aquellos que despierto están para recibirlo, aunque la noche es oscura, detrás esta la luz, esa luz que solo se ve si la mirada es limpia para eliminar de nuestra visión esa oscuridad.
ResponderEliminarAsí es, jaguar, las musas vienen en cualquier momento....
Eliminary hay que estar alerta. Precioso tu comantario.
Gracias y abrazos.