Lava ardiente que corre desbocada,
chispa de pedernal que al viento vuela…
brasa viva con talle de gacela
y carbón encendido en la mirada.
Lumbre que va saltando desmandada
a golpe de tacón y castañuela;
y ya es todo su ser pura candela
quemándose en un sol de madrugada.
En la hoguera del baile, danza el fuego
desatando febriles oleajes
que nacen en las llamas de sus brazos.
Y, en medio de este cruel desasosiego,
es un ascua de luz que suelta anclajes
apuñalando el aire a navajazos.
Carmen Aguirre
23/ 1/ 2015
Así es el baile y alguno concretamente especial.
ResponderEliminarUn abrazo.
El flamenco por supuesto, mi querido Rafael.
EliminarMuchas gracias por tus comentarios.
Abrazos
Bellísimo, Carmen. Si Garcilaso levantase la cabeza y leyera esos endecasílabos al compás de unos brazos que dibujan el aire... Por cierto, el viernes me crucé con Matilde Coral, cerca de la capilla de la Esperanza de Triana, donde ella vive, y le eché un piropo a esos bellos brazos que acariciaron y acuchillaron el aire como pocas. Tenía prisas, llegó el taxi, pero no se despidió sin agradecérmelo.
ResponderEliminarUn beso muy lírico y flamenco, y toda mi admiración para ti, malagueña y exquisita.